alegazpa

Espontáneo

Dónde están aquellos poemas

llenos de deshielos,

de floreceres...

En algún rincón del corazón

esperan ser barridos

y echados afuera.

En sus despedidas

anclarse a una mirada

y ser desenfundados

para saborear la creación de redimirse.

¿Por qué me inspiran tanto 

las alturas...?

Dejo atrás el pequeño ego.

 

Un libro, la brisa, los grillos,

los ladridos de perros

en algunos horizontes.

Y los luceros que no dan explicaciones,

solo certezas.

Luz, ser luz...

Hoy vuelve el perdón 

a lo imperdonable del mundo.

Una cruz lo recuerda

y el corazón inocente

espera nacer de nuevo

cuando lo desangren los clavos de ella.

Aquí se resucita, sí,

aunque aún la luna 

no ilumine el estanque...

Oigo pasos,

no estoy solo.

Pero ya no hay miedo.

Antes quizá habría huido.

 

Las semillas que me dio Dios

las sembré en medio de mi sufrimiento 

con la ilusión y alegría

de quien recibe un mirar de luz.

Él dictaba,

yo escribía.

Ahora regalo estas macetas

y quizá las flores den frutos

y estos nuevas semillas.

Un pequeño gesto 

ayuda al mundo.

Trasmitir el habla de lo profundo.

Esto libera a los seres

como la alegría palpada 

en amaneceres 

y atardeceres.

 

Cuando los resultados importen menos que las intenciones

y los pensamientos

menos que las certezas,

el mundo será nuevo.

 

Y si la luna sale del estanque

y los grillos se ahogan en ella,

mientras ladridos de perros los persiguen

cuando la brisa todo lo calcina...

Entonces...

despierto de mi pesadilla.

No soy responsable 

de la llegada de b

arcos piratas.

Estos marchan 

si no los anclo a mi puerto.