revolotea los aires
del universo, preguntando
al humano el sentido de la noche
y del día, que con sus rutinas
nos acostumbra a una norma
que llamamos costumbre.
Hay entre nosotros
una blancura aclamada
pecadora como todos los colores
sedienta del beso aventurero
y de la noche desenfrenada.
Hay en la oscuridad una mano
sosteniendo un deseo oculto
de amar y ser amado
unas ganas de abrigar
y una soledad que calmar.