Tu nombre estaba escrito en mi destino,
tu luz arrinconó a mi madrugada;
un sol desorientado en la alborada
te reclamaba cuando el sueño vino.
Sin ti no hallé refugio en mi camino,
desesperé esperando tu llegada,
y cuando te afincaste en mi morada,
mi corazón halló en tu paz su sino.
Y aunque la noche trate de alejarte,
la luna me devuelve a tus reflejos,
llenando lo que el pensamiento ocupa.
No quiera el porvenir dejarme aparte
de tu ilusión, ni el mar me lleve lejos
de lo que el sentimiento a ti me aúpa.