En las calles, de una ciudad sin mar,
a veces, aparecen fantasmales naves,
amarradas a las calles en el asfalto.
Extrañas presencias asombrosas,
esos veleros con sus blancas telas,
barcos y barquitos de mil colores,
en espera de llegar a mejor puerto.
Historia de una ciudad de secano,
con ese Manzanares sin aguas,
con ese río que secaron un día.
Esa ciudad que es Madrid, gris,
entre el polvo y tanta suciedad,
en esas calles donde me paseo,
barcos sobre ruedas aparcados.
Naves que surcaron alguna vez,
aguas de ríos, pantanos y mares.
Mientras sueñan sus propietarios,
con horas felices embarcados,
a lomos de esos armatrostes.
En la ciudad extraña, Madrid,
donde todo es posible a veces,
a veces camino al lado de veleros,
como caballos que esperan aguas.
En esas calles no hay ya peatones,
donde solo ruge el asfalto en verano.
Mientras me derrito en el calor de Julio.
Mientras veo pasar la vida y no miro atrás,
donde da igual todo, porque soy fungible,
entre veleros aparcados esperando navegar.
Entre mis mares de sueños y de pesadillas,
en esa pesadilla que llaman Madrid,
mientras espero tiempos mejores.
A veces veo barcos por las calles,
caminando para ir a la ópera,
para ir al paraíso del teatro.
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En las calles, de una ciudad sin mar,
a veces, aparecen fantasmales naves,
amarradas a las calles en el asfalto.
Extrañas presencias asombrosas,
esos veleros con sus blancas telas,
barcos y barquitos de mil colores.
en espera de llegar a mejor puerto.
Historia de una ciudad de secano,
con ese Manzanares sin aguas,
con ese río que secaron un día.
Esa ciudad que es Madrid, gris,
entre el polvo y tanta suciedad,
en esas calles donde me paseo,
barcos sobre ruedas aparcados.
Naves que surcaran alguna vez,
aguas de ríos, pantanos y mares.
Mientras sueñan sus propietarios,
con horas felices embarcados,
a lomos de esos armatrostes.
En la ciudad extraña, Madrid,
donde todo es posible a veces,
a veces camino al lado de veleros,
como caballos que esperan aguas.
En esas calles no hay ya peatones,
donde solo ruge el asfalto en verano.
Mientras me derrito en el calor de Julio.
Mientras veo pasar la vida y no miro atrás,
donde da igual todo, porque soy fungible,
entre veleros aparcados esperando navegar.
Entre mis mares de sueños y de pesadillas,
en esa pesadilla que llaman Madrid,
mientras espero tiempos mejores.
A veces veo barcos por las calles,
caminando para ir a la ópera,
para ir al paraíso del teatro.
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ADENDA
Un mismo poema en dos versiones
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