Tengo la muerte encima
como un turbante hindú o crucifijo cristiano
Me susurra a cada instante que no tenga miedo
que en mi tumba no tendrás epitafio ni flores
quizás, tal vez, mi nombre mal escrito.
Y que allí, ni siquiera de ella me acordare.
La muerte es como la cruz de la moneda, cuando
ella salga, como dijo el sabio, yo no existiré, mientras
yo exista, ella no existe y, sin embargo, cada día vivo y muero
un poco más y un día yo no existiré y no sabré que he existido
igual que el abortivo o el neonato.
La muerte cada día me susurra, se le ha cogido conmigo
Ella sabe, que yo sé, que cuando ella este, yo no estaré y que
tampoco sabré que estuve o que ella ya me sustituyo.
Ser o no ser es indiferente.
Estar o no estar da igual.
Ya no se si soy yo o la muerte que escriben estas palabras.
Si es ella o yo el que estas muerto.