Muero enferma
de adultez y desarraigo.
Mi aguda espina
mi aguijón,
perfora cada músculo
en la conciencia dormida
del soñante que ya no tiene más luz.
Una misión
un propósito
un designio
sin conocer
y resistido
de la cabeza a la vanguardia.
Siempre he permanecido
entre las sombras anónimas
tratando de no moverme
creyéndome a salvo, muy segura.
Así (pensaba yo)
nadie podrá dañarme
aunque mucho lo intente.
Somos una voz en el altiplano
que se pierde hundida
en los surcos de Nazca.
Nací antes que Caral
y todos los otros originarios.
Me coronaron para no llevar corona,
ni cetro ni poder alguno,
fui marcada con el fuego eterno
de la llama eterna
del dolor eterno.
No soy una persona,
dejé de serlo hace mucho.
Soy un síndrome,
una muesca sobre el árbol torcido,
una anfractuosidad en la hoja de col
y el tierno capullo
se rompió sin llegar a ser
mariposa ni siquiera oruga.
Y en su vana forma
intermedia entre media vida
y media muerte,
finjo que soy feliz
y que puedo sonreír sin sonrojos.
OLLIN
27/08/2012