JUAN COLON CASTILLO

DESPUÉS DEL SUDOR

 

He comenzado a escribir
después de darle la mano a un obrero.

 

Desde su palma,

el sudor se hizo tinta en mis dedos.

Ahora las palabras no dejan de sudar:

van de un andamio a otro,

como buscando refugio

ante el agobiante calor.

 

Siguen sus pasos.

Se arrastran por su memoria.

 

Ahora las palabras se rebelan:

no quieren ser distraídas

por la mulata

que anoche dejó sus piernas

en la ebriedad del olvido.

 

Se han doblado

por el sabor amargo

de los niños sin razones para el recreo,

y por esa cicatriz que el tiempo

le dejó al techo del bohío

- casi cayendo,

como su esperanza.

 

He querido escribir un poema.

Pero las palabras - esas herramientas del alma -

no saben qué hacer

cuando la vida no cabe

en ningún signo.