¡Brillaba!, y lo hacía tan fuerte,
que la luna se reflejaba,
era alguna hora perdida en el día,
la belleza por la belleza…
Soñaba, y lo hacía tan decidida,
que al sol por fin tocaba con sus manos,
órbitas lejanas que se habían eclipsado,
sin la arrogancia del amor mundano.
Se fueron, se olvidaron,
juntos y por separado,
siendo algo inesperado…
una ausencia inexistente.