Denise Arredondo

Puertas entreabiertas

Construiste una casa con más de diecisiete puertas
(simbólicamente, ¿no?)
¿Quién quiere tantas puertas en un hogar?

Las construiste a tu medida, todo alineado a la perfección
Algunas demasiado grandes 
Otras, demasiado pequeñas. 

¿Ventanas? Si, algunas.
¿quién necesita tanta ventilación ? 
Con todas las puertas fue suficientemente.

Claro, claro que fue suficiente.
Si todas las puertas que construiste las dejaste entreabiertas. 

Entraba demasiado aire por cada una de ellas, demasiadas ilusiones, demasiados espejismos, demasiada incertidumbre, demasiado silencio, demasiada expectativa.

Construiste una casa
con diecisiete puertas (o más),
dos ventanas,
y como si fuera poco…
pintaste un mural en la entrada:
un mural con una puerta más.

Esa puerta 
Con esa cerradura 
Con esas trabas 
Tenía una llave 
Esa llave solo la cargabas vos.

Entonces
Abrías y cerrabas cuando querías, hacías lugar, no te quedabas.

Y nunca, nunca,
cerraste las diecisiete puertas.

Y si te hubiera dado el tiempo…
hubieras construido más.
Solo para dejarlas entreabiertas.

Con dudas
Con miedos 
Con deseos
Con lamentos 
Con culpas 
Con palabras 
Con dolor 

Me colocaste en esa casa como si fuera un muñeco de colección.
Una figura que queda estática en tu museo sin visitantes.
Ahora es donde me pregunto ¿coleccionaste otras puertas, otros arquetipos de casa? ¿En qué puesto de tu colección quede? 

Nunca quisiste un hogar con tantas puertas,  ni mucho menos ventanas con rendijas de ilusión, solo te encantaba la idea de construir una arquitectura que con el tiempo se vería transformada en abandono.