Iturrizaga

Amor inquieto de Niño

Cuesta un poco admitirlo

a veces no sé cómo

se supone que debo dirigirlo…

sólo tengo miedo de no llegar

nunca, por miedo mismo, a decírtelo…

 

No quiero llevarme este secreto

como tantos otros, a la espalda

o a un prospero y misero libreto…

quiero que mi angustia se revele

para que veas al fin 

qué tanto llevo adentro…

 

Te amo, sí, te amo con Amor

porque me enseñaste 

que no siempre debería cargar

yo sólo con mi dolor, 

ni debería entregarme al adictivo

pesimismo que me agobiaba…

me apartaste del sufrimiento

al que había sido condenado

pero al que volvía,

pues es todo cuanto había conquistado…

 

Me dijiste que sea feliz, a tu lado lo soy

pero he descubierto con los días

que la armonía es solo un ventarrón,

un buen día, un mal comentario echa por borda

la sonrisa tuya que de Amor me desborda…

 

Te pediría perdón por mis errores,

por las fallas de las letras de este poeta

pero tengo el alma inquieta de no saber decirte,

o no querer poner sobre bandeja 

mis penurias de creer me equivoco al escribir

o decir un comentario, y parezco cabeza hueca…

 

Podría entregarme al piacere mundano de mi gloria

volver a ceñirme ufano la victoria conseguida,

dejar de lamentarme por la herida que puede no existir…

pero lamento en lo más hondo el haber vivido así…

ahora solo quisiera abrazarte, que leas en mi pulso

que el impulso de comentarte algo no quiso menospreciarte

que veas en mis venas que no llevo a bordo

más certeza que el Amor que te profeso…

mi dulce princesa

 

No sé cómo decirte que me duele el fallarte a veces,

me siento indigno a ratos de tu perdón,

todavía llevo las estacas en el corazón, o al menos la huella…

de todo lo que la vida, impía cerda, me enseñó

lo malo que colgaron de mi cabeza,

hoy me atormenta… 

al querer decirte con franqueza

que te amo, pero no sé a ciencia cierta

cómo debería amarte, y terror siento

de alguna vez, herirte o fallarte…

 

Perdón por todas mis negligencias

o por lo absurdo de esta confesión escrita,

en fin, perdón por no saber a veces

si te amo bien, y dudar de mí

cuando sé que te hiere eso…

 

Perdón, mi princesa.