EL ALEGRE PROFESOR. SEGUNDA PARTE
Entrar a sus clases era como
empezar un día de vacaciones y bañarse
y ver la tele, y salir con tus amistades
poco después de la siesta,
tener tiempo para todo,
para organizarte sobre todo.
Asistir a sus clases abría perspectivas,
precipicios nuevos, enfoques, puntos
diferentes de vista, horizontes,
horizontes lluviosos más allá
de las últimas lomas, más allá
de la tierra es redonda y el mar
no se deja ver desde esta comarca. Uno monta
en barco y, de repente, cruza el espacio
en vuelo rasante sobre la inmensidad de las aguas
a una velocidad que da espanto, en dirección al oeste.
Y de esta forma, el sol no se puede poner
al final de la jornada.
Gaspar Jover Polo