En el reflejo de calles empapadas,
donde el poniente sol, dibuja cada esquina,
te siento, mujer, entre sombras acalladas,
tu presencia, un susurro que me determina.
Tus ojos, dos luceros y un misterio,
me buscan entre el murmullo latente,
un rastro etéreo, otro hemisferio,
que sigue mis pasos, resignado y constante.
Ni hablas, no te muestras en un recodo,
pero intuyo que estás, en cada giro.
Ese enigma que se teje a tu modo,
persiguiendo mi amor, que aún respiro.
¿Qué incógnita guardas en tu andar furtivo?
¿Qué deseo oculto late en tu mirar?
Respiro aire de ti y soy cautivo,
Eres la musa que me induce a desear.
Por la ciudad te siento, sin tu faz ni silueta,
una sorpresa en cada semáforo que frena,
y mi alma, curiosa, al fin te reta,
a disolver tu velo que me condena.
¿Acaso anhelas que mi corazón te secuestre?
¿O es el juego de la caza tu gozo?
Mujer enigmática, ¡ojalá te encuentre!,
y por tu amor, seguro, me rinda a tu hechizo
¡y el reflejo abrasó el enigma de poniente!