Milber Fuentes

Ensayo con los dedos: Lo que no debe ser sostenido.

En este poema se conjugan la renuncia y el deseo, no como opuestos, sino como formas simultáneas del afecto. “Lo que no debe ser sostenido” aborda la paradoja de quienes aman desde el abismo: el impulso de retener lo que solo florece si se suelta. Aquí, las manos —símbolo de poder, de apego, de ternura y de ruina— son la metáfora central de una lucha íntima que no busca redención, sino una comprensión más honesta del amor: ese que no se afirma en la posesión, sino en el reconocimiento de su límite.

El poema es también una reflexión sobre el desgaste que implica intentar mantener con vida lo que ya ha comenzado a irse, una meditación sobre la necesidad de dejar ir sin desamor, y sobre la posibilidad de una despedida sin violencia.

 

A veces

quisiera exhibir estas manos —
no como fuerza,
sino como ruina visible,
puentes oxidados entre dos abismos
intentando todavía sostener
lo que hace mucho dejó de pertenecer al mundo.

Sostener lo insostenible —
eso he sido, eso soy.
Como si aferrarse
pudiera engañar al derrumbe
unos segundos más.

Pero hay verdades
que no se curan con ternura:
hay formas de amor que solo florecen
cuando se suelta.
Porque no todo merece salvarse,
y no todo lo roto
clama por restauración.

Con la fiebre final que aún tiembla
en mis tendones como un relámpago sordo,
te arrancaría de tu vida —
no para retenerte,
no para vestirte con mis miedos,
sino para dejarte en la intemperie
que tú misma elijas,
donde no tengas que explicar tu hambre,
ni justificar tu deseo
de querer el mundo sin permiso.

No soy redentor,
ni mártir, ni dueño de la escena.
Soy apenas un hombre
que entendió tarde
que sostener
es solo una forma elegante
de retrasar el vacío.

Y, aun así —
cuando nadie ve,
cuando la noche se cuela por la hendija de la espalda —
ensayo con los dedos
una manera distinta de tocarte:

una caricia sin promesa,
una urgencia sin conquista,
una despedida que no clausure,
que arda,
pero no encadene.