CORAZÓN DE PIEDRA
de tener así el corazón,
no habría nadie que me lastime:
ni un amor, ni un pasado,
ni un presente, ni un recuerdo.
Si mi corazón fuera de piedra,
no dolería cuando alguien se va.
No sentiría frío en la espalda
al recordar una voz que ya no está.
No lloraría por promesas rotas.
No temblaría cuando alguien miente.
No tendría que esconderme en la noche
para fingir que todo está bien de frente.
Si fuera de piedra,
no lo rompería nadie.
Podrían tocarlo, herirlo,
y seguiría firme, sin grietas, sin sangre.
No tendría miedo de amar.
Porque no amaría.
No tendría miedo de perder.
Porque nada me importaría.
Pero no es así.
Es de carne.
Es blando.
Es tonto.
Se rompe con palabras suaves
y se alegra con gestos pequeños.
Llora cuando nadie lo ve.
Late más rápido si alguien lo mira.
Y aunque lo han dañado mil veces...
sigue esperando otra caricia.
Lo he querido cambiar.
Lo he querido encerrar.
Pero siempre se escapa
cuando alguien dice: Estoy aquí.
Y entonces entiendo:
tener un corazón de piedra
sería más fácil, sí...
pero también,
sería no vivir.
© Corazón Bardo