William26🫶

El Rimador De Lo Cotidiano

El rimador de lo cotidiano
por Wii

 

Yo soy el rimador de lo cotidiano,
el que anota el paso torpe del lunes,
la tostada que cae —del lado untado, siempre—,
y la llamada que no llegó cuando ardía.

No busco musas: me basta el polvo
que duerme sobre lo que amamos sin saberlo.
El zumbido del refrigerador a medianoche
es mi tambor de guerra íntima.

Versifico al vecino que tose tres veces
antes de prender el televisor,
al perro que ladra a ruinas invisibles,
y al sudor que traza mapas en la camisa del obrero
mientras piensa en una vida sin recibos ni jefes.

Yo rimo la rabia que no se grita,
el bostezo en misa,
la llave que no gira,
y ese \"estoy bien\" que no engaña ni al espejo.

Mi épica es breve:
una cuchara hundida en arroz frío,
una madre contando segundos en el microondas,
un cuerpo que no duerme, pero no se queja.

No quiero flores: las reparten por costumbre.
No quiero dioses:
se parecen demasiado
a quienes firman desde arriba.

No aspiro a eternidad:
prefiero el instante que duele,
que pasa,
que deja marca sin autorización. 

Así escribo:
sin lira, sin mármol, sin mito.
Con la costra del día bajo las uñas
y un poema agazapado en la lengua,
como un secreto que arde,
y huele a infancia
recién descompuesta.

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El charco
por Wii

Hay un charco en la calle de siempre,  
nacido de una fuga y un olvido.  
No mide más que un paso mal dado,  
pero ayer vi una hormiga  
detenerse en su orilla  
como quien contempla el fin del mundo.

Para el gorrión fue espejo,  
para el zapato, emboscada,  
para el niño, océano sin mapas.

Lo miré y sentí  
que también mi vida  
cabía entera ahí:  
el reflejo roto de un cielo cansado,  
la hoja a la deriva,  
y ese mosquito  
que insiste en existir  
como si la necedad  
fuera su modo de durar.

El charco no quiere metáforas:  
es agua sucia,  
con bordes que tiemblan  
cuando pasa un autobús.

Pero en su silencio  
recoge más verdades  
que un sermón de domingo.

A veces la lluvia le devuelve cuerpo,  
hinchándolo con orgullo de charco.  
Otras, el sol lo deja reseco,  
como promesa rota,  
como ganas que ya no saben volver.

Hoy salté sobre él.  
No por juego: por respeto.

Porque hay charcos  
que merecen ser rodeados  
como se rodea un recuerdo  
que aún escuece.