Algún día
alzarán sus ojos
los que están abajo,
escondidos bajo el lodo,
y te preguntarás
porque no miraste,
y se preguntarán
porque no escuchaste
el gemir de sus voces,
implorando
no ser ignorados
por el yugo del olvido.
Hurgarán
en la indiferencia
de las miradas ajenas,
buscando alguna señal
de ternura perdida.
Golpearán el seno
del mundo, vacío
como el tronco
de un árbol caído.
Que me perdonen
los que yacen sepultados
bajo historias sin nombre.
La matriz de la tierra
los envuelve
bajo capas de polvo
y yo grito sus nombres
para que nadie
los olvide
y devolverlos
de nuevo a la vida
con un nuevo nombre.