Existe una renuncia inducida
Una poca dignidad exigida a los demás
Pero no practicada por mi mismo
Me muevo entre elecciones de otros días
Quizás ai decido hacer las cosas mal
Si de pronto decido no obrar bien sobre mi ser
Cuál será la luz que descanse en mi mesa
Cuál el silbido profundo de aves matutinas
Empiezo a despreciar los nuevos horizontes
A tener que comprender la voluntad de los demás
A cuestionarme cómo los pensamientos envenenan emociones
Del infinito costo que tiene la paz
Cómo cuesta confiar y lanzar la moneda de la fe
Entregar todo a poderes divinos
Creer que todo mejorará
O que el árbol dejará de estar torcido
Empezaré a preguntarme por todo lo asumido
A la par de observar cómo pierdo la calma
Por verdaderas personas familiares
Bajo promesas inservibles
He perdido el lenguaje del cuerpo
La magnitud de placer mide la latencia de la vida
Una pregunta quiere fungir como límite
Una pregunta significar más que mil respuestas
El caos piensa en su galaxia
Estos fantasmas cómo simular caretas inexistentes
Quién soy a la hora de difundir dignidades de arena
Cuál es el deber que me niego a destruir