Apareció en el desierto más desierto:
el que ni ausencias tiene; donde no cabe,
-no entran, no pueden-, las bienvenidas y
no responde, -no hay-, un adiós para las
madrugadas, pues jamás han logrado construirse
una imagen definitiva; donde la noche es tan
inexacta como el envejecer del tiempo;
donde los límites de la vida rasgan,
con mucha sed, cualquier otro posible
escenario.