LINA DOCENTE

De la Verdad al Juicio

(Poema basado en Romanos 2:1–24)

Quien juzga siempre con voz tan firme,
¿no ve que al otro fielmente se parece?
Condena lo que otro hace y lo reprime,
mas en lo oculto lo enmudece.

Quien cree eludir el juicio divino,
amparado en su propia razón,
pero Dios ve hasta lo más íntimo
y con justicia pesa el corazón.

Pero su paciencia no es aprobación,
es puerta abierta al alma que se humilla;
mas si se ignora con obstinación,
la justa ira por fin se descarrila.

Él pagará conforme a cada vida,
ni  por vieja  costumbre ni tradición,
por fe sincera y obra decidida
que muestre en uno fiel transformación

No basta solo oír la voz de Ley,
ni recitarla y nunca obedecer;
el justo en fe se inclina ante su Rey,
y lo confirma en su buen proceder.

Judío o no, no hay excepción,
pues todos son juzgados por igual;
Quien  predica y no aplica convicción,
Deshora el Nombre y lo vuelve inusual.

¿Vive lo que enseña el que predica?
¿Roba mientras proclama la verdad?
¿ Acaso su palabra es siempre rica?,
si su alma aún se goza en la maldad?

¡Ay, del que tiene religión vacía,
proclama mucho, pero sin fervor;
pues su conducta la verdad desvía,
y el Nombre arrastra oprobio y deshonor.

Mashíachat Elohim