Vasca

Memoria en voz bajita

Se dormía el campo entero
al murmullo de su risa,
y en los charcos se quedaban
reflejos de las caricias.

El silencio de la siesta
se escondía entre las cañas,
y hasta el viento se agachaba
para no asustar el alma.


La memoria en voz bajita,
es un pañuelo en la brisa,
me desborda en la garganta
lo que el alma no me avisa.

Un zorzal marcaba el ritmo
de los juegos y las huellas,
y su voz era una hamaca
mecida entre las estrellas.

Hoy que crujen los inviernos
en mi pecho, despacito,
cierro los ojos y escucho
como un canto en lo infinito.