Nos quisimos rompiendo las costillas,
a besos que sabían a castigo.
Dormimos en el filo de los celos,
y despertamos con sabor a culpa.
Gritamos más que hablamos… pero amamos.
Quemamos lo que no supimos decir.
Tú fuiste mi caricia más violenta,
y yo, la voz que amaste entre tus ruinas.
¿Quién dijo que el amor era saludable?
Nosotros nos bebimos lo prohibido.
No fuimos bien, pero fuimos intensos.
Y el fuego es fuego… aunque no dé calor.
No eras hogar: fuiste tormenta viva.
No eras mi paz, sino mi adrenalina.
A veces el amor también enferma,
pero aún así… uno pide más dosis.