Marvin Ramirez

Un Deseo

Si tan solo existiera una palabra, una simple sílaba, que pudiera pronunciar para que tu voz resonara de nuevo en mis oídos. Que pudiera hacer, qué acción, por insignificante que fuera, para que tu presencia se manifestara y mis ojos pudieran contemplarte una vez más. Un anhelo, una aspiración tan profunda como el deseo de tocar el cielo mismo, de alcanzar lo inalcanzable.

 

Este deseo, este anhelo incesante, supera con creces la punzada del hambre, la necesidad más básica del cuerpo. Es una fuerza motriz, una energía incontenible que recorre cada fibra de mi ser, haciéndome estremecer con cada latido, con cada respiración. Es una corriente que electriza mi alma y me impulsa hacia lo desconocido, en pos de tu esencia.

 

Tu voz, oh, tu voz, es el tesoro más codiciado, el sonido más anhelado en este vasto silencio que se ha apoderado de mi mundo. Escuchar el eco de tu risa, esa melodía que una vez llenó mis días de luz, tiene el poder de calmar la tormenta más encarnizada que se libra en mi interior, de aplacar el torbellino de emociones que me consume.

 

Si tan solo Dios, en su infinita sabiduría y misericordia, se dignara a escuchar mi súplica, mi ruego desesperado. Si existiera un genio, uno de esos seres míticos que conceden deseos, que pudiera materializar este anhelo inquebrantable, no dudaría un instante en pedir que tu voz, tu presencia, tu risa, volvieran a ser parte de mi realidad.