Un quejido profundo de rama muerta, sobre un sonido fingido de mar en tierra.
Inquieto,el viento ,vapulea el bosque hasta hacerlo llorar, soltando agujas como lágrimas desperdigadas.
Se entrelazan las copas, heridas de muerte, como marineros en la batalla, soportando peso y alma por no caer.
Y continúa el oleaje del viento, furioso, estremeciendo el bosque.
Se humedece el ambiente mientras las nubes cubren los claros como velas de bergantin que sufre la tempestad.
Y va cayendo la noche, sin cesar la batalla.