Dímelo a mí si sabré de poesía,
cuando en mi necesidad de ti,
en mi urgencia por saber de ti,
en esa desesperación inevitable… implícita…
tuve que calmar mi dolor inventando versos,
tuve que disimular mi desilusión …
improvisando una manera de sosegar la pena,
interpretando los mensajes sublimes…
que emanaban del alma,
que imploraban un poco de calma.
Dímelo a mí si sabré de cómo convertirte en realidad…
existiendo ausente,
en como engañarle a la razón…aunque sigas distante,
si no sabré de como pintarle al corazón una mentira…
con colores de verdad,
a pesar de ser consiente…
que te has convertido en efigie de fantasía y falsedad.
Embustero,
ilusionista quizá.
La amargura que me aflige…
me ha empujado al abismo de tu espejismo,
a tratar desde ahí…
empezar a recuperar mi dignidad,
pero esos mis profusos versos…
no han logrado alcanzar de ti… algo de piedad.
¿Quién le ha escrito tanto como yo… al mismo amor?
¿Quien?...
Solo un mortal así de roto,
así de desolado…y arrepentido,
que no ha encontrado el método…
para liberarse de su constante error.
¡Silencio!...
ese bendito silencio que me encierra en la nostalgia…
da respuesta a mi tristeza,
a lo que ahora soy,
ese profundo silencio …
que me desconecta de la ansiedad,
como oportuno pretexto…
para detenerse y olvidar.