Erika Castillo

No te atrevas

No me llames guerra, si no conoces mis luchas, si no has seguido mis pasos.

No quieras ser mi luz de guía, y perdona lo que, a tus ojos, puede parecer orgullo y osadía.

No busques sanar mis heridas: por ellas soy quien se levanta cada día.

No pretendas arreglarme la vida, ni comprarme con cosas caras, cuando en realidad lo que tengo no te gusta, lo que soy te intriga, y lo que ves te excita… pero no vienes a amarme como alguien como yo merece, hasta el último de sus días.

No quieras usarme, porque en ese juego tal vez caiga —y no sea yo la usada—, y, después de ser victimario, vengas a convertirte en víctima.

Aunque algunos crean que, del deseo, ser víctima no es problema, tampoco trae ganancia ser la primera vez de alguien que apenas se estrena con la vida.

El amor no hiere, no engaña. No sucede en un día, en unas sábanas húmedas o en una piel que destila…

El amor es belleza vestida de humanidad y ética, envuelta en ternura que cuida, más allá de la carne, el alma viva.