Leoness

Sin energía suficiente

La calle oscilaba impresión

En aquel barrio de origen perturbado,

Experimento de sintetismo darwinista,

Aburrida y sucia, se hundía poco a poco

Bajo fanales abandonados y corroídos

Cuyas proyecciones lumínicas

Se esforzaban por acompañarme.

A dos manzanas, divisé aquel bar

De lúgubres y chinescas imágenes,

Donde el perfume penetrante de mujeres

Se entremezclaba de aromas etílicos.

Un hedor extraño y desagradable.

Lleno, el bar, hasta la techumbre. El calor

De mecanismos y cuerpos apoyados

Sobre la barra, articulaciones dilatadas

En un ligero chirrido, entre risas

Y exabruptos. Un camarero batía

Un coctel mientras otro frotaba

La rayada madera del mostrador

Con una bayeta de nanoleptidos.

Los clientes bebían una extraña cerveza

Que acompañaban de basiferol,

A fin de evitar rechazo de sus prótesis,

Implementadas en aquellos semi andróginos

Seres de pesadas y desgastadas conversaciones.

Al fondo, un grupo de mujeres,

Reían las bromas de algunos jóvenes.

Hacia mí, unos ojos color cinabrio

Incrustados en un rostro pálido

La melena suelta, el cuerpo exuberante,

Se acercó tanto que me rozaron sus fríos labios,

Y en un susurro ¡te invito a un trago!.

Eran visibles sus cicatrices de ensamble,

De una sensación al tacto, muy agradable.

Reímos juntos entre nuestras sensaciones

De un ciberespacio, degustando aquella

Sustancia que nos provocaba apetencia

Extrasensorial en nuestros besos, caricias,

Deseos programados. Pero necesitábamos

Recordar fuera de aquel antro.

La brisa nocturna abrió la sensación de

Nuestros atrapados cuerpos y creció el deseo

En una ideal reparación de nuestros

Abigarrados cerebros, antes reprogramados

 

¡No teníamos suficiente energía para sentir aquel rastro de amor!