karonte

Ángel de la oscuridad

La vi llegar envuelta en su tormenta,

con ojos que lloraban en silencio.

Sus manos eran versos sin reposo,

y su risa sabía a despedida.

 

Me habló de libertad con voz cansada,

me amó como quien huye del abismo.

Sus besos eran drogas disfrazadas,

su piel... un mapa oscuro hacia el delirio.

 

Yo fui su despertar, su laberinto.

Ella, mi cruz, mi karma y mi destello.

Nos dimos sin medir lo que dolía,

pecado compartido... y sin cadenas.

 

Fue caricia envuelta en cicatriz,

un fuego que enseñó cómo arder libre.

Y aunque su luz debió morir en mí,

aún vive en la ceniza donde escribo.