En la colina, bajo el roble antiguo,
vi a las Musas bailar con gracia leve,
sus pasos descalzos sobre la hierba,
mientras el viento las acariciaba.
Unas comían bellotas y bayas silvestres,
otras se reían del poeta ciego,
asombrada, las oí contarse truenos y maravillas,historias de la tierra y del cielo.
Una contaba a la otra cómo acercarse
a la otra orilla, convertirse en pluma
o viento, y con las palabras tejer
algodones suaves o afiladas cuchillas.
En sus ojos, la luz del crepúsculo,
en sus cabellos, el aroma de la tierra,
en sus voces, la música de la vida,
y en sus pasos, la danza del mundo.
P. Sabag