Hoy ya no seré testigo
de los baños a tu lado.
Hoy nombro como enemigo
al avión que te ha llevado.
Quiero pensar que el desdén
con sabor a despedida
es el fruto del Edén
de aquella fruta prohibida
que con la boca mordías
y nos recuerda en la piel
qué cortos se hacen los días
y las noches en la miel.
Gajo a gajo tu naranja
se quedará en estos versos
como memoria a tus besos
por un tal no sé qué Franja.
Por si no te vuelvo a ver,
recordaré cada instante
y colgaré en mi pescante
la bandera del tal vez
tricolor que me has dejado,
y la luciré a destajo
después de haber visitado,
sin ir, tus Países Bajos.
Como el corazón no finge,
te llamaré siempre Inge.