PRODUCTO DE UNA IMAGINACIÓN EXUBERANTE
el castillo o palacio francés contaba,
a la entrada, con una ligera rampa
y también con un estanque de aguas turbias
sobre las que temblaba la fachada,
de un modo que alguien podría
saltar desde uno de los balcones
e impactar contra la superficie verde del agua.
Y estos castillos diseñados por una imaginación
posiblemente febril, como afectada por un continuo
acceso de ingenio creativo o por una sensibilidad
un tanto desproporcionada, vecina de una dimensión
radicalmente distinta, extraordinaria, como si fueran
a vivir en aquellas dependencias zorros, halcones u otros animales
de extraño pelaje,
se levantaban por lo general
en un departamento francés
bien provisto de brumas y de césped
y de árboles frondosos y temblones,
y de árboles también
de hoja caduca.
Gaspar Jover Polo