Hoy puedo hablar de ti sinceramente, aunque siempre dueles.
Sé que eres tan funesta e ineludible, como perfecta y siempre presente.
Eres sesgo de la vida, y sin ella no existes… es que eres coherente.
Saber que vienes es, por muchos años, problema de sabios y necios.
Pero toca esperarte, a veces, hasta algo insistente… cuando en realidad, siempre hieres.
No sé todos los secretos después de ti, y ese es el dilema: no saber si me tiro a la vida sin dramas o peleo hasta el final con las reglas.
Lo único que sé realmente, es que el día que toca… siempre llegas.