Pasaba por enfrente de la casa
una brisa soplaba en dirección opuesta
desde lejos el frio la perseguía
y el mover las ramas, era señal de no dejarse.
No le importaba que lo siguieran
total era su propio dueño,
a nadie debia importarle
quien construye los sueños.
Una borrasca limpiaba el arbol
que al pie de su tronco adornaban
las hojas caidas y un silbido de lamento
emanaba de esta oleada fria.
Para que mirar a los lados
si ya no impotaba nada,
perdidad estaba la mirada
sin saber lo que buscaba.
Habian marcas y heridas
que su talle adornaba
no eran marcas de artistas,
eran de novios y amadas.
La sensación del poeta percibe
que es la borrasca de la tarde,
hora del wisky barato que entona
sino hay recarga no toma.
Los limpios bolsillos amenazan
al hombre que se lo merece
luego de diletante jornada
bebe que al cuerpo estremece.
Esa es la casa que busca,
ese es el arbol que lo hubica
ella deberia estar esperando
al viejo amor que suspira.
Aunque se siente sin peso,
le inquieta un cosquilleo,
hay inseguridad si se levanta
de este mausoleo.