Corazón mío, tan desgastado,
te escucho en la noche, tan apagado.
Buscas abrigo donde no hay nada,
sigues latiendo… pero sin alma.
Intento darte lo que has perdido,
pero ni el viento calma el sonido
de ese lamento que va creciendo,
como un suspiro que va muriendo.
Y aun así, sigues ahí,
aunque la vida pese sobre ti.
Aunque no haya luz, ni porvenir,
late, corazón, no te dejes ir.
No sé por qué, ni para quién,
pero te juro: no te dejaré caer.
Corazón mío, en mil pedazos,
cargas promesas, viejos abrazos.
Nadie te riega, nadie te nombra,
y aún así sueñas bajo la sombra.