Despréciame cuanto quieras
con odio, si quieres más,
que bellas las primaveras
de mí no se irán jamás.
Las aguas de las riberas
convulsas las notarás
y en estas horas primeras
penando sé que te irás.
No vuelvas amor, te pido,
no vuelvas jamás aquí,
pues triste dejas el nido
y el corazón que te di;
mas todo lo que he vivido…
¡Muy dentro se queda en mí!