Consejos para mis hijos
Presumen su caudal los hortelanos
de usura, los señores de baldíos,
que andan con sus diamantes en las manos
y el alma hecha de escarcha y desafíos.
Hablan del mundo como quien lo ha creado,
y todo lo que tocan lo marchitan;
confunden el amor con el mercado,
y al arte lo destilan… o lo imitan.
Sus casas son mausoleos con candelas,
sin risas, sin abismos, sin abejas,
donde hasta el sol parece darles tregua
por no manchar sus pulcras, tristes leguas.
Tienen el oro, sí… pero no el alma,
el beso les parece una diadema
que cuesta, que se tasa, que se embalsama…
y mueren sin saber lo que se quema.