Vine al mar a esconderme del mundo:
a enterrarme por completo en la arena y estonces,
respirar.
Vine al mar a esconderme del mundo:
a regalarle mi piel al viento,
a desplegar una a una, todas mis mentiras,
a encontrar las excusas más bonitas, para alejarme de mí.
Vine al mar sin espejos:
a sumergir mis pies en los medanos y secar mis raíces,
enmarañadas.
Vine al mar a mostrarle al horizonte que la distancia es infinita,
a surfear olas de elogios que no me pertenecen,
a inventarle respuestas al eco, que insiste en seguir preguntando.
Vine al mar a esconderme.
A esconderme del mundo.
A esconderme de mí.