azulcobalto

El árbol de coco.

 

Fue en pleno verano tu caída brusca y planeada,

no les resultó fácil la hazaña,

pues el histórico tronco resistía erguido

y fue posible que tronco y tiempo,

se convirtieran al unísono en historia y novedad.

 

Lograste ser un guardián silencioso

de eventos tristes y caóticos,

de sucesos brillantes y memorables.

Vos los vistes, pero nadie te vio mientras sucedían.

Nadie supo que vertical y elegante,

lloraste y reíste por décadas.

 

Ahora tu biota amigable esta huérfana,

sus hifas ya no encuentran asidero.

Alguna mirada, también, sufre tu ausencia

y recorre el poniente con nostalgia vertical.

 

Un día de estos nadie te recordará, ni yo.

También yo seré olvidado, mi hermano vegetal,

cuando el Supremo disponga

que es tiempo de asumir posturas orgánicas.

 

Algunas veces recorro el cuadro gris y metálico,

pero ya no estas, ya no adornas el poco verde.

Tantos años fuiste paisaje y tiempo,

pero de pronto fuiste un incómodo gigante.

 

Fueron breves las evocaciones de tu existencia,

duró más el estruendo de tu caída.

Probablemente nadie inmortalizó tu figura,

pero yo si te recuerdo todavía,

aunque un día de estos nadie sepa más de los dos.