En Algarrobo caminé, con el hambre en la mirada, y una empanada me dieron.
¡qué alma más solidaria y entregada!
Hoy pasé de nuevo, compadre, por ese rincón bendito, y la misma señorita,
me dio dos dulces chiquititos.
No eran joyas ni billetes, eran alfajores de amor, hechos con manos sencillas, pero con todo el sabor.
Así es mi gente querida, chilena de corazón, que aunque no tenga de sobra, regala sin condición.
Brindo por esa muchacha, y por su gesto tan fino, que nunca falte el cariño, ni el mate, ni el pan, ni el vino.
¡Cueca no más, compadre! 🇨🇱💪