¿QUIÉN ERA REALMENTE?
La historia que voy a narrar a continuación no fue un hecho casual. Para mí fue una advertencia, como un aviso de que hay realidades a nuestro alrededor, que no sabemos cómo afrontarlas, porque escapan a nuestra racionalidad.
Sucedió hace unos cuantos años.
Una señora que vivía en el segundo piso de nuestro edificio murió sin dejar, supuestamente, herederos. Su piso quedó a disposición del juzgado, pero no dieron ninguna solución para resolver los problemas que surgirían al tratarse de
un piso vacío.
Mientras tanto, los vecinos nos tuvimos que hacer cargo de todos los gastos de mantenimiento, mientras no hubiera una resolución.
Como en esa época yo era la presidenta de la Comunidad, iba de vez en cuando al Juzgado para ver si habían encontrado algún heredero.
Fue en uno de esos días cuando sucedió esta historia.
Llegué al portal de casa y, a un lado, había dos señoras hablando. Muy cerca de ellas, cogiendo la manilla del portal, se encontraba un niño pequeño, aproximadamente, tendría unos tres años.
Cuando fui a entrar, me miró fijamente con una sonrisa y me dijo:
_: Hola. Yo te conozco a ti.
_: yo a ti no. (respondí)
Él me dijo con seguridad y asintiendo con la cabeza.
_: Sssssí!!!
_: No. Seguro que conoces a algún niño de aquí. Conoces a Juliantxu?
_: No.
_: ¿A Maite?
_: No.
_: Pues… no sé.
(Esos niños nacieron años después de morir la señora)
_: No, no. A ti. (repitió)
_: ¿Cómo te llamas?
_: Dddda….
_: ah! David?
_: No. (negando con la cabeza)
_: Pues…no sé.
En ese momento, vino su madre y me dijo.
_: Ya puedes perdonar. No sé qué le ha dado con este portal. Es la primera vez que venimos. Desde que hemos pasado por aquí, se ha empeñado en que quiere entrar.
Entonces, le dije:
_: Pues vamos a dejarle entrar a ver qué hace.
Entramos los tres y él subió las escaleras rápidamente. Su madre lo cogió. Él se soltó e intentó subir otra vez.
El niño se reía y decía: Danie…la. Daniela.Y se reía al mismo tiempo.
Mientras, la madre me decía:
_: Que vergüenza estoy pasando!!! No sé porqué se empeña en decir eso. ¡¡¡Si no conocemos a nadie con ese nombre!!!
_: Igual se llama así alguna niña de su colegio. (dije yo)
_: No. Ninguna se llama así.
La madre seguía intentando sacarlo a la calle, mientras yo subía las escaleras y el niño repetía: Daniela, Daniela, Daniela…y su risa sonaba como un eco.
Cuando llegué a casa, todavía seguía oyendo la voz y la risa del niño.
Fue entonces cuando caí en la cuenta.
De repente, me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo.
Recordé, en ese mismo momento, que la señora fallecida se llamaba Daniela.
Para mí, siempre ha sido un misterio, una sucesión de casualidades, se podría pensar.
¿Quién era aquel niño? No lo volví a ver.
Yo, desde entonces, al recordarlo, le llamo Daniela.
Nelaery