Siento que levita mi alma
inquieta, se agudiza en la música de «rises the moon»
como una marioneta pendo de hilos
pues pretendo decorar mi casa de tristeza con solo mirar los vasos, el plato, las paredes, hasta la felpa se cubre de melancolía, mi aroma; rastros de huellas de una antigua ciudad donde yacen las ruinas de una reina desaparecida, y sus habitantes penan en las sombras esperando, siempre esperando...
No es cosa de cualquier dicotomía.
Puesto que en el balcón mis pupilas son la ventana, donde mi alma rebozada de amor recuerda desconsolada.