Sólo el sonido que hace la hojarasca al moverse me acompaña, mientras tímidos rayos de luz atraviesan las ramas, haciendo reflejar unas hojas más que otras.
Inquietas se mecen, revueltas grandes y pequeñas como buscando cobijo esperando la noche.
Es el sonido del mar imitado por las ramas lo que confunde el sentido, no son olas en la orilla, no es brisa marina.
Solo viento entre robles.
Sin prisas el crepúsculo oscurece el suelo y la hojarasca va perdiendo color.