Bitácora de un naufragio.
En la bitácora de navegación,
dejo registro de mi naufragio.
Hasta hoy resistí los embates del oleaje
por eslora, estribor y babor;
ya mi quilla se partió,
y el mástil que enarbolara
la bandera de mi dignidad, se quebró.
Hoy abandono los puertos
donde solo hallé desprecios y tormentas,
donde el viento helado del desamor
arrasó cada vela de mi esperanza.
Pero no soy un navío condenado a hundirse.
Mi casco, aunque herido,
aún sueña con nuevas travesías.
Arriaré los últimos jirones de tu recuerdo,
soltaré los lastres de culpa y nostalgia,
y con el alba me haré a la mar,
a buscar horizontes sin tus sombras.
Ansío encallar en playas tranquilas,
donde las aguas sean claras
y el horizonte no prometa tempestades.
Quiero cartografiar otros cielos,
levantar nuevas banderas,
y descubrir que un corazón
puede volver a zarpar
aunque lo crean naufragado.
Hoy proclamo mi renacer:
mi timón apunta a la alegría,
mi brújula señala puertos
donde el amor no sea tormenta,
sino refugio.
De este amor truncado,
que jamás fue un puerto seguro,
solo me llevo el coraje de quien sobrevive
y el anhelo intacto de ser feliz,
de volver a amar sin miedo,
de encontrar, por fin,
un mar en calma
y una costa que me reciba
sin condición.