la luna abortó en murmullos.
Alegó estar depresiva,
y vibrante de capullos,
desando pólvora viva...
No lloró, solo frunció
sus cráteres con resuello,
y como nunca sonrió;
¡A crescendos en gris cuello!
¡Silente sentir sonoro!
en primavera en quirona,
y apartada del aforo,
partió sin muerte anfitriona...
Bucólica aquella noche...
que ni pastores afables
cruzaron el liso atroche.
Bien saben que es inestable.
Fuente que desbordas nidos,
por el peso sin medida
que a bostece el bendecido;
día lluvioso de su huida...
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