Mi Mundo Por Dentro
por Wii
Me dijeron que no sabía escribir,
que mis palabras eran heridas mal cerradas,
demasiado oscuras, demasiado sinceras
para un mundo que prefiere la poesía con filtro
y la prosa con anestesia.
Decían que mis frases cojeaban,
que mi tinta no era voz sino eco
de una mente extraviada en catacumbas.
Que si quería publicar,
debía aprender a maquillar la herida
y quitarle filo a la verdad.
Pero escribí igual.
Con faltas, con furia, con tinta ladrona.
Escribí como quien escupe sangre sobre el papel
y la firma con la lengua mordida.
Mi infancia fue un texto tachado por otros.
Me corrigieron la risa,
me editaron la piel,
me censuraron las metáforas internas.
Y aun así, cada noche abría el cuaderno
como quien abre una herida con devoción.
Mis relatos dormían en carpetas fantasmas,
mi poesía mendigaba lectores como un perro flaco y sarnoso busca entre la basura.
Nadie quería leerme.
Pero yo seguía escribiendo.
Porque no sé respirar sin palabras.
Porque cada verso era mi forma de no ahogarme
en la saliva maloliente del juicio ajeno.
No escribo para gustarles.
No vine a bordar flores con tinta perfumada.
Escribo para arañar la médula,
para que tiemble el lector que nunca leyó su sombra.
No soy raro.
Soy un capítulo que el mundo aún no ha entendido.
Y si mi pluma molesta, que moleste.
Que oprima.
Que maldiga y retuerza.
La literatura no está para calmar…
sino para gritar lo que nadie se atreve a deletrear entre lo escondido.
Escribo porque el silencio no me basta,
porque si no dejo cicatrices en la página
termino arrancándomelas del alma.
Y prefiero sangrar en papel
que pudrirme intacto por dentro.
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La Oveja Negra Irreverente
por Wii
No fui parido en pastizales de metáfora,
nací del balido sucio de una idea prohibida.
Mientras otros contaban nubes,
yo desollaba cielos con lengua ponzoñosa.
No vine a rimar ternuras,
ni a rezar en estructuras sepultadas.
Soy la mancha en la túnica del poema,
la carcajada en medio del velorio literario.
La estética me huele a detergente,
y el canon a biblioteca raída.
Mi pluma: un clavo oxidado
que escribe con sangre lo que nadie se atreve a firmar.
No soy símbolo,
ni bandera, ni mártir, ni escuela.
Soy carne que piensa a dentelladas,
voz que estalla donde otros susurran.
Si no me entiendes,
estás leyendo bien.
Si te incomoda,
es que has tocado el nervio correcto.
Nací para no encajar,
ni siquiera en mi propia piel.