Mi última oración…con tal devoción,
más parecida a la invocación…
que alza su petición al cielo…
pidiéndole a la realidad…una sola oportunidad…
que haga un hechizo de paz.
Con cuanta fe habré de implorar…
hasta que se conmueve la piedad,
de pureza particular…
con muestras de humildad,
pero que parece no hacer efecto…
porque el milagro se tarda demasiado en llegar.
Una plegaria más…
en las postrimerías del día,
mirando la luna desaparecer
tras la bruma de tan oscuro anochecer.
Avanza la nostalgia...
abriéndose camino entre las sombras,
convenciéndole a la tristeza…que pronto va amanecer,
y que seguramente con el nuevo clarear…
lo suplicado se va a cumplir.
Pero todo sigue igual,
una y otra vez con la misma melancolía,
encerrada en cuatro paredes pintadas de soledad,
bajo un silencio estremecedor…
donde solo se escucha mi inconsciente suspirar.
Así, tal cual,
pero no me quiero rendir…
y en mi última oración…le pido al Soberano Señor…
me proteja de la pena…
que me ha dejado la insoportable condena…
que se multiplicó con tu desaparición.