Cierro los ojos, mi alma te ve,
aunque la noche no diga por qué.
Silfos del viento, llevad mi clamor,
traedme al alma que un día me amó.
Salamandras danzan, se enciende mi pecho,
y bajo la luna susurro tu eco.
Metatrón guía lo que ha de sanar,
si has de volver, que lo muestres al soñar.
Vuelve en el sueño, quédate aquí,
como la sombra de lo que perdí.
Duerme mi alma, abrázame en paz,
que esta noche el dolor se irá.
Gnomos del bosque, cuiden mi piel,
ángel Chamuel, condúcela aquí.
Sílfides suaves, besad mi razón,
hadas y duendes, dadme su canción.
Y si no vuelves…
que el alma entienda,
que aún eres leyenda.
Gabriel que anuncias, Rafael que sanas,
Jofiel que iluminas, Zadkiel que liberas,
Uriel que revelas, Miguel que resguardas,
Chamuel que amas, Aradia y Cernunnos,
elevad mi llamado y unid nuestras almas.
Vuelve en el sueño, quédate aquí,
aunque en el día no estés junto a mí.
Duerme mi mente, espíritu fiel,
que estas palabras me acerquen a ti.
Que esta noche tu mente despierte,
dormida entre mares de besos y abrazos.
Que cerca de mí, otra vez yo te sienta,
perenne, inmutable, tan viva y tan bella.
Si has de volver, que también lo desees.
Si no hay retorno, que la herida se cierre.
Que esta noche sea el puente que espera,
una dulce despedida... o un pronto regreso.
Todo lo dicho quedó en el umbral,
entre la luna, el fuego y el mar.
Y al cerrar mis ojos, que tu alma me halle.
Y si el silencio es lo que ha de llegar,
que la noche me abrace y me deje soltar.
Pero si aún me deseas de verdad…
ven entre sueños… y no te vayas jamás.