Surco tu cuerpo día y noche, husmeando tus rincones con las yemas de mis dedos.
Surco tus espacios, exploro tu piel y dibujo el perfil de tus huesos con caricias, lamidos y lamentos.
Todo lo tuyo es desnudamente mio, tus labios, tus senos, tus piernas y tu sexo y me apodero de tu alma en rituales y juegos.
Ya nadie cuenta los besos, el ahogar de mi lengua en tus mares de carnes rojizas y eternas, porque ya eres estatua en mi recuerdo.
Y aun te quiero en mi soledad gastada, en mi transitar de marinero ausente por mares sin color, sin nombre ni tiempo.
Surco tu cuerpo sin ser ola ni viento.