Cuentan las viejas leyendas
sobre sirenas en el mar.
Criaturas de bellas tormentas.
De ojos que podían quemar.
Y dicen esos viejos poetas,
que sus voces eran de ángel infernal.
Y que al ver en las rocas sus siluetas,
debías temer a lo irracional.
Sus ojos eran cristales,
augurios de tu naufragar.
Remolinos de males mortales,
capaces de tú alma ahogar.
Y cuántas mujeres esperan
aún en la orilla del mar.
A que sus amados vuelvan,
y su amor poder consumar.
Pero no lo harán,
esos hombres no volverán.
Porque en las rocas certeras,
vieron reflejadas en sirenas
a sus amadas cantar.
Y se lanzaron sin penas,
sin miedos, sin demorar.
Con mil y un poemas,
pero sin tiempo para hablar.
Así que ya saben amigos,
si en medio del basto mar.
Oyen su fuerte cantar,
sepan que de muertes, testigos serán.