Sir. Black Lyon

Tu prójimo debe ser la teleología de tu interés, el fin final de tu objetivo (sobre la finalidad de ser buen cristiano).

Más allá del Imperativo categórico que, racionalmente tiene sentido su existencia, el buen cristiano debe obrar de cierta manera.
Romanos 7:15-25

 

Ama a Dios y haz lo que quieras (San Agustín), 
pero harás muchas veces lo que no quieres;
pues la Ley Divina es inmanente
y no podrás escapar del estruendo en tu mente.

¡Cuánta limosna he dado, mi Señor!
¡Cuántas veces he comulgado!
¡Cuántas veces he ayunado, Padre Celestial!
¡Cuántas veces he sido execrado!

Mas en este ministerio de expiación suplicante y excusatoria, 
se encuentra encerrado el pusilánime:
¿obrarás por temor a ser condenado? u;
¿obrarás a causa de la virtud y del bien de tu prójimo?

Ama a tu prójimo, es todo. 
Semejante enseñanza encierra toda una teología;
cimienta las bases para desarrollar la benevolencia y,
por consiguiente, los pasos a la santidad.
¿Qué difícil es amar al prójimo?
¿Qué difícil es que la dignidad humana sea tu fin final?
¿Qué difícil es dejar de ver rostros con signos de pesos?
¿Qué difícil es ver el alma de quienes están en el Infierno?

Reflexiona, entonces, sobre toda la enseñanza de amar al prójimo,
ahí encontrarás que no basta agradar a Dios con tus acciones directas (oraciones y cantos);
sino que ve con buenos ojos la constancia de la virtud al ejercer tu libertad;
mientras atiendes y auxilias a quien nadie quiere ayudar.

Mateo 25:40