Callas, y el mundo se sosega. Las palabras, inhábiles y ruidosas, se repliegan, y en su exilio emergen signos que únicamente el alma es capaz de interpretar.
Tu mutismo no equivale al alejamiento, sino al lenguaje anterior al verbo: la sintaxis de un vínculo exento de ruido, la elocuencia de quien ama con mesura y sin premura.